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  • La feminista de los brillos

Ninguna es libre, hasta que todas seamos libres




Mi papá tenía una empresa en la que distribuía carnes frías, cuando era niña se me ocurrió preguntarle de qué estaban hechas las salchichas, muy tranquilo me respondió que de pellejos, cartílagos, huesos, uñas, pedazos de carne de pollo, cerdo y vaca, saborizantes artificiales, colorante, sal y conservadores. Me pareció repugnante y le reclamé molesta: ¡Ay papá, por qué si sabes eso, dejas que comamos salchichas! Riendo, me dijo: “para qué preguntas, hay cosas que es mejor no saber.”


A los 15 años, ya era más consciente del maltrato anymal[1], así que decidí ser vegetariana y tiempo después me volví vegana. También me convertí en activista y participé en varias campañas de AnimaNaturalis España, como Viste tu propia piel, cuyo objetivo es generar conciencia sobre el uso de pieles anymales, mediante fotografías de personas desnudas (en su mayoría mujeres) con un letrero que dice: “Viste tu propia piel. Los animales necesitan la suya”. La cuestión con esas fotografías es que pretender combatir el especismo[2], con cosificación sexual disfrazada de activismo, es reproducir la misma opresión, como dice Audre Lorde, “Las herramientas del amo nunca destruirán la casa del amo.”


Para entenderlo mejor, es necesario tocar el tema de la domesticación, ya que desde la creación del patriarcado se estableció que el hombre era el dueño de las mujeres y anymales, y tenía el control de su reproducción, de ahí que el término husband (marido), simultáneamente significa cónyuge de una mujer y hombre que maneja la reproducción del ganado.[3] De igual manera, es importante hablar sobre racismo, clasismo, sexismo, lenguaje, opresiones de género y especie, ya que tienen en común el sistema patriarcal heteronormativo, antropocentrista, eurocentrista, colonial y capitalista.


El patriarcado promueve la idea de que la carne es un alimento superior (activo = esfera pública = hombre = positivo), que pertenece a los hombres blancos heterosexuales, intelectuales, de clases media y alta; mientras que los vegetales, frutas y semillas son alimentos inferiores (pasivo = esfera privada = mujer = negativo)[4], destinados a las mujeres, personas no blancas y clase baja.


Como ejemplos antropocentristas, sexistas, racistas y clasistas de la mitología patriarcal, tenemos el que dice que solo los hombres salían a cazar anymales, mientras las mujeres se encargaban de la recolección de alimentos vegetales. Bajo esta premisa, la carne acentuó la división sexual y representó poder económico y control. Con el paso del tiempo, se difundió la creencia de que la masculinidad, virilidad y fuerza están relacionadas con la ingesta de carne y que quienes solo comen verduras carecen de proteínas suficientes y son débiles, además de que si algún hombre decide no comer carne, inmediatamente pasa a la categoría de afeminado.

Decir que los hombres son afeminados es considerado un insulto que daña la masculinidad de algunos, incluso el propio movimiento vegano (hegemónico), trata de demostrar que sus hombres “también son buenos en la cama”, como en el video de Peta UK, cuyo mensaje es que “la masculinidad ‘tradicional’ está MUERTA. El secreto de la resistencia sexual masculina son las verduras”. En él, varios hombres blancos tienen vegetales gigantes de formas fálicas que les cuelgan del pubis y mueven con presunción para exhibir su poder sexual. REPITO: “Las herramientas del amo nunca destruirán la casa del amo.”


También está el mito del caníbal como devorador de carne humana[5], en un principio, la palabra caniba era utilizada por indígenas Arawak para identificar a los caribes, otro grupo de las Antillas, luego Cristobal Colón llegó al Caribe y escribió sobre pueblos de “antropófagos de un ojo y hocico de perro”, cuya barbarie era inaceptable, así que en Europa asumieron que todxs lxs indígenas practicaban rituales antropófagos y eso sirvió para arrebatarles su condición humana y justificar la invasión, esclavitud, imposición de creencias religiosas y saqueos. Incluso llegaron a pensar que la causa del canibalismo era la falta proteína animal.


Otro ejemplo es el pensamiento supremacista de George M. Beard, neurólogo estadounidense del siglo XIX, que creía que la teoría de la evolución también se aplicaba a la dieta, y que “Los salvajes que se alimentan de comida pobre, son salvajes pobres, e intelectualmente inferiores a los comedores de carne de cualquier raza.”[6]


Todas estas ideas y acciones, por absurdas que parezcan, han ido moldeando nuestros pensamientos, sentimientos, costumbres, hábitos de consumo y formas de relacionarnos con las personas y anymales; además, en palabras de Ángela Davis ”existe una conexión entre la forma en que tratamos a los animales y la forma en que tratamos a las personas que están debajo del todo en la escala jerárquica. Las formas en que las personas cometen violencia hacia otrxs humanxs las han aprendido a menudo de la violencia hacia los animales.”


La cultura patriarcal, normaliza la sexualización de los anymales[7], y la animalización de las cuerpas de mujeres a través del lenguaje, que funciona como mecanismo de control y castigo por sus comportamientos, es decir, los nombres de anymales se utilizan como insultos para rebajarlas: “eres una zorra/gata/loba”, “andas como perra en celo”, “estás gorda como vaca/cerda”, “eres una víbora", “estás loca como cabra”, “eres la oveja negra de la familia”, etc. Estos “insultos” omiten al sujeto anymales y lo colocan en una posición de inferioridad.


En La política sexual de la carne: una teoría crítica feminista vegetariana[8], Carol J. Adams dice que el referente ausente es lo que tienen en común las opresiones de especie y género, porque los anymales y las mujeres son separadxs de su existencia para convertirse en un objeto de consumo (salchichas, nuggets, chuleta), y en un objeto sexual, (pornografía, prostitución, violación), se vuelven CARNE.


Pensar en mujeres y anymales como algo en lugar de alguien, extirpa su dignidad y les vuelve invisibles, porque se convierten en objetos fragmentados a los que puedes acceder en cualquier lugar, además normaliza las violencias de género y especie, y la cultura de la violación.[9]


Estoy convencida de que las luchas feministas y la antiespecista están conectadas, y que darnos cuenta de ello y cambiar nuestro pensamiento, hábitos alimenticios y de consumo son algunos de los pasos para desarticular un sistema que fragmenta, desconecta y se nutre de violencia y muerte. Resulta fundamental cortar de raíz los comportamientos opresores y dejar de estructurar todo lo que hacemos a partir del eurocentrismo para no seguir reproduciendo las mismas violencias patriarcales.


Si en este momento pudiera agradecerle algo a mi difunto padre, sería haberme dicho: “para qué preguntas, hay cosas que es mejor no saber”, porque esa respuesta, fue una de las razones que me impulsó a cuestionar las reglas y a actuar con rebeldía para sabotear y destruir al patriarcado.



 

[1] Lisa Kemmerer acuñó el término anymal, porque explica que “usamos la palabra animal incorrectamente, como si nosotrxs no fuéramos animales. Pero cuando usamos la palabra anymal, es una combinación de any y animal, y nos permite hablar de cualquier animal que no sea nosotrxs, y puede ser utilizado por diferentes especies.”

[2] El especismo es una ideología que discrimina a los anymales por pertenecer a especies que se consideran inferiores a la humana, lo que justifica la explotación de sus cuerpos como si solo fueran objetos para alimentar, vestir, experimentar, trabajar, transportar, entretener, torturar, etc., y los condena a vivir encerrados, maltratados y en las peores condiciones por el resto de sus vidas.

[3] Luke, B. (2007). Brutal: Manhood and the Exploitation of Animals. In Understanding Men’s Exploitation of Animals (p. 98). University of Illinois Press. https://books.google.com.mx/books?id=6uCEhroo-oEC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q=husband&f=false

[4] Algunas frases populares en México que reafirman la idea de los vegetales y mujeres como algo negativo y pasivo son: “está del nabo”, “mala hierba nunca muere”, “árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”, “quedó en estado vegetal”; o la creencia de que bañarse con lechugas nos hará descansar; y la canción machista de Caos: La planta “y te pareces tanto amor a una enredadera / en cualquier tronco te atoras / y le das vueltas con tus ramitas / que se enredan donde quiera / y entre tanto ramerío / ya te apodamos la ramera.”

[5] Aucardo Chicangana- Bayona, Yobenj (2008). El nacimiento del Caníbal: un debate conceptual. Historia Crítica, (36),150-173. [fecha de Consulta 23 de Noviembre de 2021]. ISSN: 0121-1617. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81111930009

[6] Beard, G. (1898a). Chapter VIII The Diet of the Nervous. En Sexual neurasthenia (nervous exhaustion) [electronic resource] : its hygiene, causes, symptoms and treatment : with a chapter on diet for the nervous (p. 286). New York : E.B. Treat. https://archive.org/details/b20442518/page/268/mode/2up?q=savages

[7] Como en los comerciales de Orangina, los personajes de Hatta Mari y Lola Bunny de los Looney Tunes, o la serie Beastars.

[8] Adams, C. J. (1990). La política sexual de la carne: una teoría crítica feminista vegetariana. Ochodoscuatro Ediciones. https://lazarzamoracolectivalesbofem.files.wordpress.com/2018/06/la-polc3adtica-sexual-de-la-carne-espac3b1ol.pdf

[9] Para que las vacas produzcan leche todo el tiempo, son violadas. Se utiliza el eufemismo “inseminación artificial” para desvanecer el abuso de los cuerpos anymales y la violencia, los ganaderos utilizan el “potro de violación", llamado así por la industria para inmovilizar a los anymales. Las cerdas y las perras también son violadas de esta manera. Estas prácticas normalizan la cultura de la violación.

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Me llamo Mónica, soy feminista, vegana, activista y diseñadora, a través de la ilustración desarrollo un discurso político para agrietar al patriarcado. Creo en la sororidad, la diversidad sexual y corporal, en el derecho a decidir sobre nuestras cuerpas, y en el antiespecismo.

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